LA CRISPACIÓN INSONDABLE

German Yanke, Anna Politkóvskay, Pedro J., Polanco, Zaplana, Pepito Grillo, Acebes, Puigcerccós, Irene Sendler, 40 magrebíes, Pablo Ibar, Màriustàrraga, la ONU y la madre que los parió… Algunos buenos, demasiados crispadores. Todos ellos aparecen en las páginas de los periódicos que todo el mundo hojea (aunque no lea), gratis o pagando pero que dejan un poso semiconsciente o tajantemente patente.

Crispación que nos une, que amplía nuestra áurea social, cada vez más grande, que cada vez eclipsa más nuestro acerbo individual que escondemos cada vez más al fondo, más atrás para no quedarnos fuera de este mundo loco, para poder ser hombres primero hay ser un loco más de este manicomio social.

Desayunamos viendo los editoriales del Canal 7 [imagen fija de un etarra, inmigrante o ZP, que finalizan todos ellos con la ineptitud del Gobierno, en los que no hay división de poderes ni verosimilitud ni amagado de veracidad ni cualquiera de los principios mínimos de un texto periodístico], como digo desayunamos con esa voz de fondo que al principio criticamos y luego tan sólo permanece de fondo como la voz del locutor de radio mientras mi madre recoge la casa por la mañanas. Tras un rato de murmullos televisivos sobre imagen fija Mario se pregunta si en su subconsciente se habrán quedado todas esas demagogias de las que la voz de ultratumba intentaba concienciarnos. Que miedo, imagínate,… pero no… no puede ser porque Mario es un joven con principios asentados, con una perspectiva del mundo estructurada en conocimientos, un joven periodista con conciencia sobre la veracidad y que explica en voz alta la contradicciones del mundo.

Pero entonces, ¿cómo calan toda esta serie de insensateces que circulan por nuestras mentes?, ¿por qué existe la crispación que nos reina? Demasiadas voces políticas, mediáticas callejeras y suburbanas que a base de repetición consiguen crear verdades absolutas. Y ahí supongo que radica el error que nos lleva a admitir que algo, cualquier cosa por pequeña, es una sentencia irrefutable. Cuando en realidad no hay nada absoluto, cuando en realidad no hay un ápice de realidad en las voces que nos confunden hasta la crispación. Cuando creemos que la realidad artificial es la que siempre ha existido, y la vida es tan sólo un sueño, una mentira utópica cada vez más lejana. Cuando la crispación nos nubla la vista, el Canal 7 nos reafirma falacias y el cosmos social se contamina de niebla de se aleja de la nívola y nos convierte en marionetas que tan sólo en la intimidad más oculta se atreven a admitir lo que en realidad creen. Cuando la crispación es la única forma de sentirnos sociales. Cuando afirmar un nosotros equívoco se antepone a mi yo.

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