[archivo] Cuando nadie dice -jesús- si estornudas cuando nadie te guarda el asiento ni se ríe de ti si tropiezas ni te escucha los silencios ni se olvida de llamarte Cuando nadie te espera cuando nadie espera nada de ti y el volver no es llegar el paso es retroceso la calzada es lenta y corta los caminos no importan y menos aun el destino Cuando el timbre no suena y el teléfono aburrido se descuida de para qué sirve las calles oscuras ya no incomodan Cuando alguien silva y no te vuelves segura de que no te reclaman el camino no importa el paso sin guía ni destino te lleva fingiendo que andas cuando en realidad deambulas Cuando hace demasiado tiempo que no escuchas tu nombre Cuando llegar a casa es quedrase hasta siempre levantarse cuesta más empezar el día es la desilusión de querer terminarlo y abrazar la noche es la fría amargura de dormir sin sueño esperar que llegue el cansancio perderse en uno mismo olvidarte como los demás se olvidaron
de que yo también existo.

Historia telefónica

30_10_2006_ Esta tarde he llamado a una mujer de 39 años que se llama Mónica. Yo teleoperadora, ella un nombre anónimo de una base de datos.
Mónica estudió Derecho, terminó la carrera en febrero de 1993 después de bastante esfuerzo y ese mismo verano en julio sufrió un accidente de coche en la carretera de Burgos en el que perdió parte de materia gris del cerebro además de provocarle distintas lesiones. El accidente le provocó la pérdida de memoria de sus últimos tres años de vida. La dejó sin olfato, sin vista y en silla de ruedas. Se dio cuenta preguntando por su abuela que era su último recuerdo, y esa última imagen suya era la de un fantasma.
Hoy me lo contaba, a mí, a alguien a quien no veía y que le trataba de usted, usamos nombre falso pero me preguntó cómo me llamaba y me salió Rebeca. Ahora ve doble, “con un ojo y medio” como decía, le cuesta leer, anda, ha engordado 30 kilos, porque después de muchos endocrinos determinaron que la lechuga le hacía engordar, su cuerpo entero es otro, su mente es parcial bajo la lucidez. Ahora visita a médicos, hace cursillos de informática para poder integrarse en el mundo laboral, su título es más que en cualquier otro caso papel mojado, forma parte de la ausencia.
Mónica cuenta una historia en clave de humor, como un chiste macabro, me repite varias veces que no se lo está inventando… yo le digo que “ confío en la imaginación de la gente pero no tanto”. Ahora a parte de esos tres años no tiene memoria a largo plazo, ingenuamente le pregunto qué cómo se vive así que a lo mejor ella tiene una visión del mundo que nadie más puede percibir… “sí, bueno a parte de verlo todo doble, hay mucha gente en circunstancias parecidas”.
La vida como después de un apagón se convierte en una llama a media luz. Cuando las historias surrealistas son de carne y hueso y en la soledad de una línea telefónica alguien va y te las cuenta, con una amarga sonrisa que se masca en el silencio, con una despedida cariñosa desde mi posición privilegiada y aún así perdiendo la sonrisa aún recordándolo todo, viendo nítidamente, entendiendo lo que leo con un solo intento.
La llamo, me habla, se quedó fuera, “sí, mis compañeros de carrera al principio venían a visitarme”, la vida no se para a esperar a nadie, que no hay parada facultativa que si te quedas dormido en el vagón, nadie te ayuda a bajar la maletas, sólo si los hay están los lazos de la sangre, los otros se esfuman por mucho que aprietes, si se te olvidaron las leyes, cadena perpetua. Me quedo de todas formas con su sonrisa en el silencio de la línea de teléfono.

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Again, otro intento

Intento no comerme la uñas
y a veces se dejan crecer
pero la mierda se incrusta
como las olas mellan la rocas
como el tiempo encierra las nostalgias
como la mentira se convierte en historia
irrefutable a base de repeticiones
Como mierda que se incrusta en las uñas
que a veces de dejan crecer
como el dolor que en la ausencia
se convierte en castigo
como le sol quemas las nubes de invierno
como los cuadros cobran vida
a solas en los museos
como mis palabras pierden ritmo
con el cambio de lamentos
Como la mierda se incrusta en las uñas
que siempre no se dejan crecer
como el aliento se agria
cuando acumulas cigarrillos
como la pluma se escarcha
con la falta de uso
como hablas cuando ya no quiero escuchar
como fotos de archivo
revista a lo largo de recuerdos
como huyo cuando el grito que escucho
suena desde dentro
como callo cuando he dejado de entender
Como mierda que se incrusta
cuando las uñas ya están hartas
de dejarse acabar
después de creer en seguir creciendo
cuando el sueño es tan sólo una pesadilla
que no te deja omniscilar
cuando la ilusión es tan sólo
nacer otra vez

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Lluvia obispada

No para de llover. Madrid no nos da tregua a los calentados del Mediterráneo. No sale el sol desde hace ya diez días. Sin la fuente de energía que hace que fluya sangre por mis venas. No sé si serán las nubes pero me faltan las palabras, “se me agotan las ideas”. Tengo ganas de escribir pero la mente no fluye Lolita está apagada, Olabe sin sol mi solitaria no funciona.
Por eso hago un llamamiento a los pocos, pero magníficos lectores que tengo para que me inspiren. Ahora que soy teleoperadora, me surgen en la cabeza temas que poder tratar, el universo paralelo de esta profesión escondida entre michelines y teñidos, marcada por la alegría y el gusto por las nuevas generaciones de móviles, no otras Nuevas Generaciones que acechan y acizañan la crispación ya comentada.
Bueno, ya que estamos hablaré un poquito de lo que hago, no se me ocurre nada mejor, lo siento, puedes dejar ya de leer, antes de cabecear de nuevo, no pierdas el tiempo hay mucho que hacer, yo no puedo llueve mucho y perdí mi paraguas calimero que no me cubría ni las orejas.
So, trabajo de teleoperadora en una campaña [no llores por mí termino esta semana] de una universidad privada en la cual yo misma he estudiado, llamo a jueces del Tribunal Supremo, a la Koplovich, a altos directivos, a funcionarios de la Comunidad de Madrid y otros trajeados ocupadísimos, el caso es que la universidad ésta llama a sus antiguos alumnos para venderles cursos, venderles la moto vamos… Les engañas y les dices que les llamas de la Asociación de Antiguos Alumnos, y tras la voz de seriedad por tu tono de teleoperadora, resuena por el aparato telefónico una sonrisa de amabilidad hacia su antigua universidad, pero luego zas a venderles la moto… joder y es que canta mucho.
Lo peor de todo es que la vida es todo venta yo ya conocía la esencia de esta universidad católica humanista como se proclaman que utilizan la televenta de forma más sutil pero por ello más traicionera que las compañías de seguros o las aspiradoras mágicas. Y es que todo se vende, la mercantilización llega a la educación ¿tienen derecho? sí claro pero les falta moral. Yo me pregunto para qué se proclaman falacias en las aulas para luego ser en el anticristo en la calle. Porque si Jesucristo fue el primer comunista por qué se les olvida a los cristianos [se nos olvida], los valores positivos de la religión, más allá de las heces perfumadas que son hoy en día las instituciones religiosas. Porque no hablo de las pequeñas comunidades que trabajan por un verdadero cambio social, ONG’s de corriente católica que a pie de calle sin publicidad y ovaciones giran la tuerca hacia la justicia y equidad.
¿Cuánto más grandes más corruptos?, ¿Cuánto más dinero más pervertido, desvirtuado, maltrecho, vendido? No sé…, no quiero generalizar, pero no creo en Cardenales, Obispos, y menos aún B16 y la institución que capitanea. Y aunque tampoco creo en dios [pero juro que lo intenté] sí que creo en curas de barrio que trabajan por su comunidad, sin un duro en el bolsillo, en catequistas que inculcan valores bondadosos aunque a veces teñidos de obsoletismo. Así que con su bendición, o no, me cago en las fachadas gregorianas que esconden escombros. En los lazos y empaquen que regalan mentiras. En la mano vacía que esconde fajos de billetes en la guantera. En la apariencia de ser bueno estando corrupto.
Y yo sigo aquí sin nada que contar con esta lluvia que me niebla la conciencia, mi Lolita mojada que permanece apagada, contaminada por la nube obrera que cierne sobre mí.

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Seis millones de personas, una historia vacía

Disfruto la presencia de seis millones de personas, anónimos del metro que te cuentan que buscan músicos de jazz no profesionales para un concierto benéfico para ayudar a los sin techo de esta ciudad helada en invierno. Ex legionarios de Lavapiés borrachos de cartones de vino, muchachas que vomitan a solas en el sexto vagón, mujeres que rezan a escondidas tras catálogos de moda. Extranjeras que repiten tests de conducción en los bancos de la línea 2 tras trabajar 12 horas en un restaurante. Pablo Carbonell vendiendo Cariocas, de colores, no rotuladores, en una esquina del Rastro. Disfruto de presencias que esconden ausencias, nostalgias tan parecidas a la mías, tan lejanas,…

Disfruto de la arquitectura española venida de Nueva York, miles de personas en la Casa de Campo, bailando ritmos latinos, los artistas del Retiro, los bonsáis de Felipe González, una niña de nueve años me enseña el teorema de Pitágoras a través de cuadrados de arena, la inmensidad del arte recogido en el Prado, preguntarme que significa Non est Bibendum, un buen vino, libros por 20 céntimos, los dedos virtuosos de Edu Bighands en el bar de Moe (con la elegancia de Gary Grant teñida de negro), paseo, miro, sueño, me embriago, bebo, amanezco…Disfruto la presencia de seis millones de personas, del arte infinito que rodea cada fachada, de la cultura inmensa que ofrece esta ciudad, de andar, mirar e investigar…
Disfruto de la ausencia de seis millones de ocasiones que nunca había vivido, perdiéndome cuando me apago en el letargo de un breve stand by en el que la sensación de vacío no la llena nada, ni nadie.

Más allá de la catarsis social, cultural o experimental, de repente aparece la voz que murmura la ausencia de seis pequeñas miradas de las que aquí carezco. Más allá de esta historia se encuentra el abrazo que añoro, porque Daze tiene razón, cuando todo se mueve bajo el vértigo del placer instantáneo, nos falta a escondidas que alguien nos pregunte cómo estas y espere a escuchar una respuesta. Donde existen seis millones de posibilidades de encontrar una noche de sexo, en el instante antes del sueño solo lamentamos la ausencia de un abrazo amigo.

Porque la cultura, la amalgama extenuante de vivencias, los timbales del Retiro en una tarde de domingo propicia para inventar historias tendidos sobre el césped, la maldita sensación de acción imparable, la ordenación urbana para evitar el caos, la mirada inquieta en un paisaje desconocido, nos acerca al éxtasis fugaz de evitar pensar quiénes somos o qué queremos alcanzar, pero aún así es imposible olvidarnos de lo que nos hacía felices tan solo en una habitación vacía, o en un parque sin magos ni estrellas. Porque para reivindicar a la vida un instante de paz no me hacen falta ni seis millones de personas ni tantas millones de ausencias.

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LA CRISPACIÓN INSONDABLE

German Yanke, Anna Politkóvskay, Pedro J., Polanco, Zaplana, Pepito Grillo, Acebes, Puigcerccós, Irene Sendler, 40 magrebíes, Pablo Ibar, Màriustàrraga, la ONU y la madre que los parió… Algunos buenos, demasiados crispadores. Todos ellos aparecen en las páginas de los periódicos que todo el mundo hojea (aunque no lea), gratis o pagando pero que dejan un poso semiconsciente o tajantemente patente.

Crispación que nos une, que amplía nuestra áurea social, cada vez más grande, que cada vez eclipsa más nuestro acerbo individual que escondemos cada vez más al fondo, más atrás para no quedarnos fuera de este mundo loco, para poder ser hombres primero hay ser un loco más de este manicomio social.

Desayunamos viendo los editoriales del Canal 7 [imagen fija de un etarra, inmigrante o ZP, que finalizan todos ellos con la ineptitud del Gobierno, en los que no hay división de poderes ni verosimilitud ni amagado de veracidad ni cualquiera de los principios mínimos de un texto periodístico], como digo desayunamos con esa voz de fondo que al principio criticamos y luego tan sólo permanece de fondo como la voz del locutor de radio mientras mi madre recoge la casa por la mañanas. Tras un rato de murmullos televisivos sobre imagen fija Mario se pregunta si en su subconsciente se habrán quedado todas esas demagogias de las que la voz de ultratumba intentaba concienciarnos. Que miedo, imagínate,… pero no… no puede ser porque Mario es un joven con principios asentados, con una perspectiva del mundo estructurada en conocimientos, un joven periodista con conciencia sobre la veracidad y que explica en voz alta la contradicciones del mundo.

Pero entonces, ¿cómo calan toda esta serie de insensateces que circulan por nuestras mentes?, ¿por qué existe la crispación que nos reina? Demasiadas voces políticas, mediáticas callejeras y suburbanas que a base de repetición consiguen crear verdades absolutas. Y ahí supongo que radica el error que nos lleva a admitir que algo, cualquier cosa por pequeña, es una sentencia irrefutable. Cuando en realidad no hay nada absoluto, cuando en realidad no hay un ápice de realidad en las voces que nos confunden hasta la crispación. Cuando creemos que la realidad artificial es la que siempre ha existido, y la vida es tan sólo un sueño, una mentira utópica cada vez más lejana. Cuando la crispación nos nubla la vista, el Canal 7 nos reafirma falacias y el cosmos social se contamina de niebla de se aleja de la nívola y nos convierte en marionetas que tan sólo en la intimidad más oculta se atreven a admitir lo que en realidad creen. Cuando la crispación es la única forma de sentirnos sociales. Cuando afirmar un nosotros equívoco se antepone a mi yo.

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Volver a nacer











La ausencia no deja más que espacio sin tiempo
lugares amalgamados de historia que completas
La "vida real" y el subsuelo
dos universos en una sola dimensión
donde los minutos se cuentan por colores
y el humo frenético [germen de mocos negros]
no deja hueco para parar y respirar a fondo
volver a nacer en una tierra de nadie
que aplasta insectos y enaltece las cucarachas
autóctonas fieles y permanentes
Volver a ancer aprendiendo a golpes
vacíos y huecos
planetas sin órbita
sin constelación aparente que les ilumine
sin cometas ni prosas ni arrecifes
silencios inquietos cargados de pensamientos
Volver a nacer
de la noche a la mañana
volver a caer cuesta abajo y sin frenos
sin un duro en el bolsillo
sin saber muy bien cómo ni por qué
como caída del cielo
sin llaves, casa, escondites propios
hasta pesadillas nuevas

No hay tiempo para soñar
lo aprovecho para dormir

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