Seis millones de personas, una historia vacía

Disfruto la presencia de seis millones de personas, anónimos del metro que te cuentan que buscan músicos de jazz no profesionales para un concierto benéfico para ayudar a los sin techo de esta ciudad helada en invierno. Ex legionarios de Lavapiés borrachos de cartones de vino, muchachas que vomitan a solas en el sexto vagón, mujeres que rezan a escondidas tras catálogos de moda. Extranjeras que repiten tests de conducción en los bancos de la línea 2 tras trabajar 12 horas en un restaurante. Pablo Carbonell vendiendo Cariocas, de colores, no rotuladores, en una esquina del Rastro. Disfruto de presencias que esconden ausencias, nostalgias tan parecidas a la mías, tan lejanas,…

Disfruto de la arquitectura española venida de Nueva York, miles de personas en la Casa de Campo, bailando ritmos latinos, los artistas del Retiro, los bonsáis de Felipe González, una niña de nueve años me enseña el teorema de Pitágoras a través de cuadrados de arena, la inmensidad del arte recogido en el Prado, preguntarme que significa Non est Bibendum, un buen vino, libros por 20 céntimos, los dedos virtuosos de Edu Bighands en el bar de Moe (con la elegancia de Gary Grant teñida de negro), paseo, miro, sueño, me embriago, bebo, amanezco…Disfruto la presencia de seis millones de personas, del arte infinito que rodea cada fachada, de la cultura inmensa que ofrece esta ciudad, de andar, mirar e investigar…
Disfruto de la ausencia de seis millones de ocasiones que nunca había vivido, perdiéndome cuando me apago en el letargo de un breve stand by en el que la sensación de vacío no la llena nada, ni nadie.

Más allá de la catarsis social, cultural o experimental, de repente aparece la voz que murmura la ausencia de seis pequeñas miradas de las que aquí carezco. Más allá de esta historia se encuentra el abrazo que añoro, porque Daze tiene razón, cuando todo se mueve bajo el vértigo del placer instantáneo, nos falta a escondidas que alguien nos pregunte cómo estas y espere a escuchar una respuesta. Donde existen seis millones de posibilidades de encontrar una noche de sexo, en el instante antes del sueño solo lamentamos la ausencia de un abrazo amigo.

Porque la cultura, la amalgama extenuante de vivencias, los timbales del Retiro en una tarde de domingo propicia para inventar historias tendidos sobre el césped, la maldita sensación de acción imparable, la ordenación urbana para evitar el caos, la mirada inquieta en un paisaje desconocido, nos acerca al éxtasis fugaz de evitar pensar quiénes somos o qué queremos alcanzar, pero aún así es imposible olvidarnos de lo que nos hacía felices tan solo en una habitación vacía, o en un parque sin magos ni estrellas. Porque para reivindicar a la vida un instante de paz no me hacen falta ni seis millones de personas ni tantas millones de ausencias.

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3 Responses to “Seis millones de personas, una historia vacía”

  1. # Blogger Jose M. Sánchez "Daze"

    "cuando todo se mueve bajo el vértigo del placer instantáneo, nos falta a escondidas que alguien nos pregunte cómo estas y espere a escuchar una respuesta". ¿He dicho yo eso? Quizá sí,pero tú lo has mejorado. Salud  

  2. # Blogger folabe

    ¡Ay, el sol, el azul del Mediterráneo, el olor a arroz con costra, la cervecita en la Plaza de las Flores, el ambiente en El Barrio, la patas cortas que se queja, las bicis de papá y los donativos a artistas de mamá, los que conzco en el pueblo y los que me conocen del pueblo, otra vez la patas cortas proponiendo una barbacoa donde Emilio, o Emilio suspirando en las esquinas! Ayy.
    Pero que bien me lo paso, ¡qué carajo! ¡Venga, que rule, Mario!  

  3. # Blogger Maldita_Rebeca

    POR ESO MISMO A TI TAMBIÉN TE ECHO DE MENOS FOLABE, PORQUE EMPEZABAS A CONOCERME  

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