Lluvia obispada

No para de llover. Madrid no nos da tregua a los calentados del Mediterráneo. No sale el sol desde hace ya diez días. Sin la fuente de energía que hace que fluya sangre por mis venas. No sé si serán las nubes pero me faltan las palabras, “se me agotan las ideas”. Tengo ganas de escribir pero la mente no fluye Lolita está apagada, Olabe sin sol mi solitaria no funciona.
Por eso hago un llamamiento a los pocos, pero magníficos lectores que tengo para que me inspiren. Ahora que soy teleoperadora, me surgen en la cabeza temas que poder tratar, el universo paralelo de esta profesión escondida entre michelines y teñidos, marcada por la alegría y el gusto por las nuevas generaciones de móviles, no otras Nuevas Generaciones que acechan y acizañan la crispación ya comentada.
Bueno, ya que estamos hablaré un poquito de lo que hago, no se me ocurre nada mejor, lo siento, puedes dejar ya de leer, antes de cabecear de nuevo, no pierdas el tiempo hay mucho que hacer, yo no puedo llueve mucho y perdí mi paraguas calimero que no me cubría ni las orejas.
So, trabajo de teleoperadora en una campaña [no llores por mí termino esta semana] de una universidad privada en la cual yo misma he estudiado, llamo a jueces del Tribunal Supremo, a la Koplovich, a altos directivos, a funcionarios de la Comunidad de Madrid y otros trajeados ocupadísimos, el caso es que la universidad ésta llama a sus antiguos alumnos para venderles cursos, venderles la moto vamos… Les engañas y les dices que les llamas de la Asociación de Antiguos Alumnos, y tras la voz de seriedad por tu tono de teleoperadora, resuena por el aparato telefónico una sonrisa de amabilidad hacia su antigua universidad, pero luego zas a venderles la moto… joder y es que canta mucho.
Lo peor de todo es que la vida es todo venta yo ya conocía la esencia de esta universidad católica humanista como se proclaman que utilizan la televenta de forma más sutil pero por ello más traicionera que las compañías de seguros o las aspiradoras mágicas. Y es que todo se vende, la mercantilización llega a la educación ¿tienen derecho? sí claro pero les falta moral. Yo me pregunto para qué se proclaman falacias en las aulas para luego ser en el anticristo en la calle. Porque si Jesucristo fue el primer comunista por qué se les olvida a los cristianos [se nos olvida], los valores positivos de la religión, más allá de las heces perfumadas que son hoy en día las instituciones religiosas. Porque no hablo de las pequeñas comunidades que trabajan por un verdadero cambio social, ONG’s de corriente católica que a pie de calle sin publicidad y ovaciones giran la tuerca hacia la justicia y equidad.
¿Cuánto más grandes más corruptos?, ¿Cuánto más dinero más pervertido, desvirtuado, maltrecho, vendido? No sé…, no quiero generalizar, pero no creo en Cardenales, Obispos, y menos aún B16 y la institución que capitanea. Y aunque tampoco creo en dios [pero juro que lo intenté] sí que creo en curas de barrio que trabajan por su comunidad, sin un duro en el bolsillo, en catequistas que inculcan valores bondadosos aunque a veces teñidos de obsoletismo. Así que con su bendición, o no, me cago en las fachadas gregorianas que esconden escombros. En los lazos y empaquen que regalan mentiras. En la mano vacía que esconde fajos de billetes en la guantera. En la apariencia de ser bueno estando corrupto.
Y yo sigo aquí sin nada que contar con esta lluvia que me niebla la conciencia, mi Lolita mojada que permanece apagada, contaminada por la nube obrera que cierne sobre mí.

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1 Responses to “Lluvia obispada”

  1. # Blogger Meiziu

    Claro que se echa de menos el azul del Mediterraneo. Dicen que engancha ese azul, pero de tanto que engancha al final te agobia.
    Respecto al clero, mi opinion ha cambiado mucho estos últimos años. De católico convencido aunque nada practicante estoy pasando a ser casi un anticatólico convencido y es que con el tiempo te das cuenta de que todo es una mentira que gira en torno al poder y al dinero. Respeto a los curas de barrio como bien dices, pero sobre todo a esos misioneros que dan su vida sin pedir nada a cambio en esos mundos de dios , en ese tercer y cuarto mundo que nos negamos a creer que existe. Esa es la iglesia en la que creo ahora mismo, la otra, la de los sermones, la de los templos llenos de oro y obras de arte, en esa ya no creo.  

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